Esta esperanza que aguardo y éste optimismo, no es producto de la resignación, sino de una formación política, de cimientos muy fuertes, de una profunda vocación de servicio y amor al prójimo, es un optimismo profundamente razonado, puesto que no hay un escenario que dibujemos que no nos lleve al rescate de la democracia.
Lamentablemente, las voces de los que proponíamos que se impusiera la razón, la inteligencia, la concertación, fueron voces que se quedaron en el desierto. Se impuso el proselitismo político sobre la política. Se impuso el protagonismo y la propaganda individual sobre el bien común, se impusieron los extremos. Pero quienes tenemos la política por vocación de servicio, vamos a seguir haciendo el esfuerzo para la construcción de una concertación, de la UNIÓN NACIONAL.
Definitivamente no va hacer el mismo país antes y después de la constituyente. Si al día de hoy hemos sufrido un país en crisis, puede que apartir de mañana y en los tiempos por venir extrañemos estos mismos días, así como hoy añoramos los tiempos de la mal llamada "cuarta república", esa que no supimos defender, pues también en ese momento se impuso la agenda de la mezquindad, el revanchismo y el canibalismo político, propio de la falta de cultura democrática.
Y es ahí a donde tenemos que llegar, a entender que nos hace falta mucha cultura democrática para tener democracia. Simón Bolívar, el libertador, primero tuvo que tener una profunda formación republicana, primero estudio a profundidad el pensamiento Rousseau, Montesquieu, Voltaire, para poder luchar por tener república, y comprendió que tener república no era suficiente, que ahora le hacía falta tener republicanos como le dijo Simón Rodríguez. Varias veces se perdió la república por falta de republicanos.
Nuestra democracia perece no es porque el sistema democrático sea malo, no es perfecto, pero es el mejor de todos los sistemas. Nuestra democracia perece es por falta de demócratas, fundamentalmente por falta de demócratas en liderazgo. Y es que la democracia es un sistema de gobierno, pero que se sostiene en un sistema de valores. Si la lucha no es por los valores, si la lucha no se basa en un sistema de respeto a la disidencia, si no se convoca a la coexistencia, si no prevalece el espíritu de convivencia, no puede prevalecer la democracia.
Mi optimismo es razonado, porque la gran mayoría del pueblo venezolano quiere democracia, quiere convivir en paz, la gran mayoría del pueblo venezolano lo que quiere es que se produzca un gran acuerdo nacional que se traduzca en que haya comida en los supermercados, abastos y bodegas, y que el sueldo le alcance para comprarlos, así como que haya medicinas en las farmacias para quienes tienen padecimientos de salud puedan aliviarlos, eso es el bien de todos.
Yo he hecho mías las palabras de Pedro Pablo Fernández, convencido de que es cierto que éste país va a cambiar, que se va a producir un cambio político con o sin la constituyente, porque éste pueblo tiene hoy una profunda e inquebrantable voluntad de cambio, y eso por una sencilla razón, es que hoy nadie vive mejor que antes, nadie que no sea un alto funcionario del gobierno.
El país no se acaba mañana. La lucha será distinta. Surgirán otros actores. Venezuela, la democracia venezolana para su rescate requerirá que se mantenga la protesta cívica y pacífica de manera permanente, así como requerirá de un liderazgo responsable, que cuide la vida de la gente, que tenga la capacidad de convocar a la unión nacional, con profundo espíritu democrático y vocación de diálogo. El rescate de la democracia venezolana requerirá de sus mejores hombres y mujeres, requerirá de democratas.
Manuel Rivero.
Sec. General de COPEI Trujillo.