domingo, 1 de abril de 2012

Ideas para el despliegue de un Trujillo Posible.

Los resultados de las elecciones del pasado 12 de febrero señalan con claridad una voluntad de cambio en la conducción del Gobierno del País y de nuestro Estado Trujillo. Los trujillanos han establecido un punto y aparte. Nos reclaman que escribamos una página nueva en la historia de nuestra sociedad.

Para poder corresponder esta gran voluntad de restauración de nuestra vida pública, se hace imperiosa la formulación de políticas públicas cuyo objetivo fundamental sea el desarrollo humano y que dicho desarrollo garantice a las generaciones futuras el acceso a mas y mejores oportunidades para su propio desarrollo. Políticas publicas para fomentar el desarrollo humano sustentable.

La planificación de estas políticas publicas requieren del gran consenso de todos los trujillanos sobre la visión del futuro de Trujillo, de como queremos que sea nuestro estado y el lugar que queremos ocupar en el futuro a corto, mediano y largo paso. Esto requiere de hacer un gran esfuerzo, reanudar el dialogo respetuoso y cooperativo entre todos los sectores de nuestra sociedad; en un marco donde se hace necesario priorizar reformas de la administración pública; estableciendo metas y control de gestión, para demandar la eficiencia.

Este dialogo debe generar el establecimiento de reglas claras que favorezcan la inversión; así como hacer de la empresa privada, el elemento indispensable para que conjuntamente con el Estado, coadyuven a alcanzar un mayor grado de desarrollo humano. En su aceptación más amplia: mejores ingresos, mejor educación, salud y posibilidades reales de obtener empleos de calidad, y contar con personas preparadas para innovar y producir en condiciones de productividad. En tal sentido propongo dos lineas fundamentales para hacer que en Trujillo se produzca el despliegue de un Trujillo Posible, del Trujillo de mis sueños, el Trujillo de mi lucha.

La primera, estimular el crecimiento y potenciar la creación de empleos. Un Estado, en el que se destruyeron miles de empleos por el cierre de empresas y que hace que aumente la dependencia de la gobernación y de las alcaldías, no puede permitirse vacilaciones a la hora de señalar prioridades.

Trujillo tiene un gran potencial para ser el estado agroindustrial del país por excelencia, pero tal estadio lo alcanzaremos en la misma medida en que el gobernante genere facilidades y oportunidades para que nuestros campesinos cuenten con las condiciones necesarias para producir mas y mejores rubros. Nuestros campesinos en la zona alta producen una altísima cantidad de frutas, verduras, hortalizas que son transportadas al centro y otras regiones del país. Pero si los gobiernos en sus distintos niveles promovieran o facilitaran las condiciones para desarrollar industrias de procesamiento de estos rubros, si los productores tuvieran la oportunidad de desarrollar su actividad aguas abajo y darle un valor agregado a sus productos, entonces pudiéramos contar con una gran cantidad de empresas, industrias que procesaran los rubros productos de nuestros campos y generar muchos empleos. Si nuestros productores de fresas por poner un ejemplo pudieran procesar sus productos para transfórmalos en mermeladas, jugos, entre otros, no solo recibirían mejor remuneración sino que estarían en la capacidad de generar muchos empleos para los trujillanos.

Los trujillanos debemos reconstruir la confianza en nuestras instituciones democráticas y entre los ciudadanos para lograr la concertación de todos los sectores de nuestra sociedad, y el nuevo gobierno regional y los nuevos gobiernos municipales deben dedicar toda la capacidad del Gobierno y todas las fuerzas del estado a estimular el crecimiento económico y acelerar el regreso de la creación de empleos, invirtiendo recursos para la construcción de infraestructura para el desarrollo, comenzando por desarrollar una infraestructura de servicios públicos eficientes que hagan atractivo al estado para los inversionistas de capital privado nacional y extranjero. El ejemplo anterior es tan solo uno de lo mucho que podemos hacer, siendo que contamos con sendas zonas industriales una en Valera y otra en Agua Santa, y contamos con el puerto de La Ceiba, un puerto de gran calado que nos brinda la oportunidad de desarrollar una zona franca para los trujillanos, para exportar nuestros productos del campo procesados y no.

Otro potencial de nuestro estado es la belleza majestuosa de sus paisajes, que entra por nuestros ojos y que lo hacen un destino turístico por excelencia, solo por sus bellezas, pero además contamos con la posibilidad de desarrollar pero de verdad verdad el turismo religioso con nuestro “Mano Goyo” el Dr. José Gregorio Hernández, además de nuestra gloriosa historia que nos hace un destino para el turismo histórico, claro para explotarlo debemos contar con un plan intenso de recuperación de monumentos históricos, inmuebles de nuestros próceres entre otras iniciativas para hacer de estos destinos atractivos, acompañado con un plan educativo sobre nuestra historia, nuestra verdadera historia, sin próceres ni heroínas inventadas por la imaginación, que nos hagan valorar mas nuestra tierra, nuestro gentilicio trujillano.

Esto es lo que demanda nuestro Estado, esto es lo que Trujillo requiere con urgencia, y ésta, debería ser la piedra angular que puede sustentar la tarea de encaminar a Trujillo a ser un estado con altos estadios de desarrollo sustentable. Que surjan empleos significa que aumente la actividad económica, que el Estado recupere ingresos, y que con ellos se pueda mejorar la educación y financiar la modernización del sistema de salud publica estadal.

No existe ninguna posibilidad de enderezar la marcha de Trujillo que no comience por crear las condiciones que permitan a los trujillanos que no tienen trabajo ponerse a trabajar. Y esto no se trata solamente de que tengan mayores beneficios materiales, sino que es una realidad que cuando un hombre, una mujer, un joven recién graduado de nuestras universidades o cualquier trujillano que sepa un oficio tiene acceso a un empleo moderno y bien remunerado, el estado se estabiliza, y se afirma la confianza, se reparte mejor la dignidad, los derechos se concretan, los sueños de cada uno y sus familias se vuelven accesibles, y cada individuo recupera la capacidad de administrar su propia vida. Cuando se crea empleo, crece la libertad. La verdadera independencia está es en empleos modernos y bien remunerados. Es por aquí por donde hay que empezar, por aquí, por lo más importante y lo más difícil.

La segunda tarea que debemos afrontar, con un gran compromiso de cada uno de los trujillanos, pero con una responsabilidad especifica de los dirigentes, es asegurar el lugar que corresponderá a Trujillo y a los trujillanos en el país, que no será ya el que hemos conocido hasta ahora. Importa mucho que Trujillo restaure su propia identidad, rescatemos nuestro valores de la trujillanidad y nuestro gentilicio trujillano, importa mucho que nos veamos y que nos miren como una sociedad dinámica y como una economía solvente.

Trujillo no está solo en el País ni en el mundo. Convivimos con los demás estados y en buena parte dependemos de ellos. Esta premisa nos permite observar como estados vecinos, con una cultura muy parecida a la nuestra como a Mérida y a Táchira, incluso Barinas, están cambiando. Han ido de a poco avanzando y se han venido desarrollando delante de nuestros ojos, y nuestro estado hasta ahora se ha venido quedando estancado.

Tenemos que resolver cómo insertarnos con ventaja en un escenario nacional, siendo más competitivos y más exigentes. Debemos construir nuestra propia oportunidad a partir de un gran consenso. Tenemos que hacer grandes reformas, pero debemos hacerlas pensando en algo más que reducir el déficit, crear empleo, corregir nuestro modelo educativo o asegurar nuestra atención a la salud, y es que tenemos que mirar más lejos y más alto, pensar en lo que Trujillo necesitará, no el año que viene ni el siguiente, sino en los próximos veinte años. Tenemos que pensar es en el Trujillo que queremos para nuestros hijos y los nietos de nuestros hijos.

No se trata de recuperar lo que se fue, ni de ni mucho menos regresar al pasado. Lo que hemos dejado atrás no va a volver, y nuestro Estado tendrá que rejuvenecer su actitud, recuperar flexibilidad y fortalecer sus estructuras para competir por un puesto de primera fila en un País nuevo.

Tenemos, pues, una doble tarea ante nosotros. Vamos a demostrar que los trujillanos somos capaces de crear empleos y sostener una sociedad civilizada. Una sociedad en la que los valores que proclama nuestra Constitución la libertad, la igualdad, la justicia y la solidaridad, no se queden en nobles deseos o hermosos enunciados teóricos, sino que definan realmente la prosperidad que pretendemos, porque forman parte natural de ese paisaje civilizado en el que queremos habitar los trujillanos. Pero también deseamos hacernos sitio en el mundo. Queremos un hueco para un Estado con prestigio, con empleo, con bienestar, con oportunidades, que nos podamos vender como un gran destino para inversiones y para el desarrollo de la industria del turismo y la agroindustria.

La tarea de los próximos Gobiernos debe consistir en coordinar los esfuerzos y facilitar las tareas de los ciudadanos, y para tal fin no existe mejor instrumento para encauzar y coordinar la energía de los trujillanos que el diálogo. Un diálogo abierto a todos, que incluya a todos y cada unos de los sectores de nuestra sociedad trujillana. Un diálogo basado en la transparencia, que estimule la unidad, fortalezca los objetivos compartidos y facilite el apoyo y la participación de todos los ciudadanos y de sus organizaciones. Esta debe ser la principal característica de los nuevos gobiernos trujillanos.

Los trujillanos debemos concentrar todos nuestros esfuerzos en reservar un lugar para nuestros hijos en un mundo que cambia. Sé que es una tarea difícil, pero sé también que podemos alcanzarla. Es un compromiso arduo y exigente, pero es el deber que debemos asumir. Este es un desafío que merece la pena sostener, porque al final nos espera el orgullo de triunfar contra la desidia, el abandono, y así labrar nuestro propio prestigio, de asegurar nuestro Estado de Bienestar y, por encima de todo, de allanar el camino a las generaciones que nos siguen.

Como todo trujillano, apasionado y amante de mis hijos, de mi tierra trujillana, y como joven, siento una especial inquietud por nuestra generación y las que nos siguen. Me preocupa que pensar que la vida nos trata peor hoy que lo que ayer lo hacia con nuestros padres. No estoy dispuesto a aceptar que tengamos una generación que pudiera perder sus oportunidades porque encuentra cerradas todas las puertas.

Es necesario que nosotros reclamemos nuestros derechos, para que se detenga este despilfarro de riqueza y de energía, de que nuestros recursos, los recursos de los venezolanos todos, se los estén regalando a naciones extranjeras, porque es imposible diseñar un futuro en el que falten los relevos. Quiero que seamos capaces de demandar oportunidades nuevas, que defendamos el puesto que nos corresponde en una sociedad justa, que conservemos el derecho a soñar y a construir nuestro propio futuro. Es un desafío, será difícil, será muy laborioso, pero vale la pena.

Tenemos una gran tarea, un empeño que sobrepasa las posibilidades de cualquier gobierno, una responsabilidad a la que nos debemos avocar todos los trujillanos, porque a todos nos concierne y todos somos necesarios, y es trabajar en construir las condiciones para que todos los esfuerzos y todos los sacrificios rindan provecho.

La primera condición es que todos los trujillanos trabajemos unidos en un gran esfuerzo solidario. Es importante que desaparezca, y desaparecerá, todo aquello que pueda enturbiar las aguas de nuestra convivencia. No pueden haber trujillanos buenos y malos. Los trujillanos tenemos que ser todos iguales, todos necesarios, todos dignos de respeto, todos capaces de ayudar en la tarea común. Y nada sostiene con más firmeza esa tarea que el diálogo, la justicia y la verdad. Los trujillanos tenemos que trabajar en construir un diálogo permanente con todos los sectores de la sociedad cuya participación reclamemos en cada momento. Por supuesto que todo tiene un precio: se llama esfuerzo, tenacidad y confianza; nuestro esfuerzo, nuestra tenacidad y nuestra confianza. Por eso, porque lo sabemos, los trujillanos debemos sacar partido de nosotros mismos, y a fundar nuestra esperanza en nosotros mismos, y así construir un futuro para todos nosotros. Sabemos bien que nadie piensa regalarnos nada, que nadie hará lo que no seamos capaces de hacer por nosotros mismos. Trujillo será lo que los trujillanos queramos que sea y se situará en el puesto que con nuestros hechos nosotros trujillanos lo coloquemos.


Manuel Rivero

Docente. Diplomado en Gerencia para el Desarrollo Humano Sustentable.
Consultor Político. Dirigente Regional de COPEI Trujillo (2010-2011).

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