Para
poder corresponder esta gran voluntad de restauración de nuestra
vida pública, se hace imperiosa la formulación de políticas
públicas cuyo objetivo fundamental sea el desarrollo humano y que
dicho desarrollo garantice a las generaciones futuras el acceso a mas
y mejores oportunidades para su propio desarrollo. Políticas
publicas para fomentar el desarrollo humano sustentable.
La
planificación de estas políticas publicas requieren del gran
consenso de todos los trujillanos sobre la visión del futuro de
Trujillo, de como queremos que sea nuestro estado y el lugar que
queremos ocupar en el futuro a corto, mediano y largo paso. Esto
requiere de hacer un gran esfuerzo, reanudar el dialogo respetuoso y
cooperativo entre todos los sectores de nuestra sociedad; en un marco
donde se hace necesario priorizar reformas de la administración
pública; estableciendo metas y control de gestión, para demandar la
eficiencia.
Este
dialogo debe generar el establecimiento de reglas claras que
favorezcan la inversión; así como hacer de la empresa privada, el
elemento indispensable para que conjuntamente con el Estado,
coadyuven a alcanzar un mayor grado de desarrollo humano. En su
aceptación más amplia: mejores ingresos, mejor educación, salud y
posibilidades reales de obtener empleos de calidad, y contar con
personas preparadas para innovar y producir en condiciones de
productividad. En tal sentido propongo dos lineas fundamentales para
hacer que en Trujillo se produzca el despliegue de un Trujillo
Posible, del Trujillo de mis sueños, el Trujillo de mi lucha.
La
primera, estimular el crecimiento y potenciar la creación de
empleos. Un Estado, en el que se destruyeron miles de empleos por el
cierre de empresas y que hace que aumente la dependencia de la
gobernación y de las alcaldías, no puede permitirse vacilaciones a
la hora de señalar prioridades.
Trujillo
tiene un gran potencial para ser el estado agroindustrial del país
por excelencia, pero tal estadio lo alcanzaremos en la misma medida
en que el gobernante genere facilidades y oportunidades para que
nuestros campesinos cuenten con las condiciones necesarias para
producir mas y mejores rubros. Nuestros campesinos en la zona alta producen una
altísima cantidad de frutas, verduras, hortalizas que son
transportadas al centro y otras regiones del país. Pero si los
gobiernos en sus distintos niveles promovieran o facilitaran las
condiciones para desarrollar industrias de procesamiento de estos
rubros, si los productores tuvieran la oportunidad de desarrollar su
actividad aguas abajo y darle un valor agregado a sus productos,
entonces pudiéramos contar con una gran cantidad de empresas,
industrias que procesaran los rubros productos de nuestros campos y
generar muchos empleos. Si nuestros productores de fresas por poner
un ejemplo pudieran procesar sus productos para transfórmalos en
mermeladas, jugos, entre otros, no solo recibirían mejor remuneración
sino que estarían en la capacidad de generar muchos empleos para los
trujillanos.
Los
trujillanos debemos reconstruir la confianza en nuestras
instituciones democráticas y entre los ciudadanos para lograr la
concertación de todos los sectores de nuestra sociedad, y el nuevo
gobierno regional y los nuevos gobiernos municipales deben dedicar
toda la capacidad del Gobierno y todas las fuerzas del estado a
estimular el crecimiento económico y acelerar el regreso de la
creación de empleos, invirtiendo recursos para la construcción de
infraestructura para el desarrollo, comenzando por desarrollar una
infraestructura de servicios públicos eficientes que hagan atractivo
al estado para los inversionistas de capital privado nacional y
extranjero. El ejemplo anterior es tan solo uno de lo mucho que
podemos hacer, siendo que contamos con sendas zonas industriales una
en Valera y otra en Agua Santa, y contamos con el puerto de La
Ceiba, un puerto de gran calado que nos brinda la oportunidad de
desarrollar una zona franca para los trujillanos, para exportar
nuestros productos del campo procesados y no.
Otro
potencial de nuestro estado es la belleza majestuosa de sus paisajes,
que entra por nuestros ojos y que lo hacen un destino turístico por
excelencia, solo por sus bellezas, pero además contamos con la
posibilidad de desarrollar pero de verdad verdad el turismo religioso
con nuestro “Mano Goyo” el Dr. José Gregorio Hernández, además
de nuestra gloriosa historia que nos hace un destino para el turismo
histórico, claro para explotarlo debemos contar con un plan intenso
de recuperación de monumentos históricos, inmuebles de nuestros
próceres entre otras iniciativas para hacer de estos destinos
atractivos, acompañado con un plan educativo sobre nuestra historia,
nuestra verdadera historia, sin próceres ni heroínas inventadas por
la imaginación, que nos hagan valorar mas nuestra tierra, nuestro
gentilicio trujillano.
Esto
es lo que demanda nuestro Estado, esto es lo que Trujillo requiere
con urgencia, y ésta, debería ser la piedra angular que puede
sustentar la tarea de encaminar a Trujillo a ser un estado con altos
estadios de desarrollo sustentable. Que surjan empleos significa que
aumente la actividad económica, que el Estado recupere ingresos, y
que con ellos se pueda mejorar la educación y financiar la
modernización del sistema de salud publica estadal.
No
existe ninguna posibilidad de enderezar la marcha de Trujillo que no
comience por crear las condiciones que permitan a los trujillanos que
no tienen trabajo ponerse a trabajar. Y esto no se trata solamente de
que tengan mayores beneficios materiales, sino que es una realidad
que cuando un hombre, una mujer, un joven recién graduado de
nuestras universidades o cualquier trujillano que sepa un oficio
tiene acceso a un empleo moderno y bien remunerado, el estado se
estabiliza, y se afirma la confianza, se reparte mejor la dignidad,
los derechos se concretan, los sueños de cada uno y sus familias se
vuelven accesibles, y cada individuo recupera la capacidad de
administrar su propia vida. Cuando se crea empleo, crece la libertad.
La verdadera independencia está es en empleos modernos y bien
remunerados. Es por aquí por donde hay que empezar, por aquí, por
lo más importante y lo más difícil.
La
segunda tarea que debemos afrontar, con un gran compromiso de cada
uno de los trujillanos, pero con una responsabilidad especifica de
los dirigentes, es asegurar el lugar que corresponderá a Trujillo y
a los trujillanos en el país, que no será ya el que hemos conocido
hasta ahora. Importa mucho que Trujillo restaure su propia identidad,
rescatemos nuestro valores de la trujillanidad y nuestro gentilicio
trujillano, importa mucho que nos veamos y que nos miren como una
sociedad dinámica y como una economía solvente.
Trujillo
no está solo en el País ni en el mundo. Convivimos con los demás
estados y en buena parte dependemos de ellos. Esta premisa nos
permite observar como estados vecinos, con una cultura muy parecida a
la nuestra como a Mérida y a Táchira, incluso Barinas, están
cambiando. Han ido de a poco avanzando y se han venido desarrollando
delante de nuestros ojos, y nuestro estado hasta ahora se ha venido
quedando estancado.
Tenemos
que resolver cómo insertarnos con ventaja en un escenario nacional,
siendo más competitivos y más exigentes. Debemos construir nuestra
propia oportunidad a partir de un gran consenso. Tenemos que hacer
grandes reformas, pero debemos hacerlas pensando en algo más que
reducir el déficit, crear empleo, corregir nuestro modelo educativo
o asegurar nuestra atención a la salud, y es que tenemos que mirar
más lejos y más alto, pensar en lo que Trujillo necesitará, no el
año que viene ni el siguiente, sino en los próximos veinte años.
Tenemos que pensar es en el Trujillo que queremos para nuestros hijos
y los nietos de nuestros hijos.
No
se trata de recuperar lo que se fue, ni de ni mucho menos regresar al
pasado. Lo que hemos dejado atrás no va a volver, y nuestro Estado
tendrá que rejuvenecer su actitud, recuperar flexibilidad y
fortalecer sus estructuras para competir por un puesto de primera
fila en un País nuevo.
Tenemos,
pues, una doble tarea ante nosotros. Vamos a demostrar que los
trujillanos somos capaces de crear empleos y sostener una sociedad
civilizada. Una sociedad en la que los valores que proclama nuestra
Constitución la libertad, la igualdad, la justicia y la solidaridad,
no se queden en nobles deseos o hermosos enunciados teóricos, sino
que definan realmente la prosperidad que pretendemos, porque forman
parte natural de ese paisaje civilizado en el que queremos habitar
los trujillanos. Pero también deseamos hacernos sitio en el mundo.
Queremos un hueco para un Estado con prestigio, con empleo, con
bienestar, con oportunidades, que nos podamos vender como un gran
destino para inversiones y para el desarrollo de la industria del
turismo y la agroindustria.
La
tarea de los próximos Gobiernos debe consistir en coordinar los
esfuerzos y facilitar las tareas de los ciudadanos, y para tal fin no
existe mejor instrumento para encauzar y coordinar la energía de los
trujillanos que el diálogo. Un diálogo abierto a todos, que incluya
a todos y cada unos de los sectores de nuestra sociedad trujillana.
Un diálogo basado en la transparencia, que estimule la unidad,
fortalezca los objetivos compartidos y facilite el apoyo y la
participación de todos los ciudadanos y de sus organizaciones. Esta
debe ser la principal característica de los nuevos gobiernos
trujillanos.
Los
trujillanos debemos concentrar todos nuestros esfuerzos en reservar
un lugar para nuestros hijos en un mundo que cambia. Sé que es una
tarea difícil, pero sé también que podemos alcanzarla. Es un
compromiso arduo y exigente, pero es el deber que debemos asumir.
Este es un desafío que merece la pena sostener, porque al final nos
espera el orgullo de triunfar contra la desidia, el abandono, y así
labrar nuestro propio prestigio, de asegurar nuestro Estado de
Bienestar y, por encima de todo, de allanar el camino a las
generaciones que nos siguen.
Como
todo trujillano, apasionado y amante de mis hijos, de mi tierra
trujillana, y como joven, siento una especial inquietud por nuestra
generación y las que nos siguen. Me preocupa que pensar que la vida
nos trata peor hoy que lo que ayer lo hacia con nuestros padres. No
estoy dispuesto a aceptar que tengamos una generación que pudiera
perder sus oportunidades porque encuentra cerradas todas las puertas.
Es
necesario que nosotros reclamemos nuestros derechos, para que se
detenga este despilfarro de riqueza y de energía, de que nuestros
recursos, los recursos de los venezolanos todos, se los estén
regalando a naciones extranjeras, porque es imposible diseñar un
futuro en el que falten los relevos. Quiero que seamos capaces de demandar oportunidades nuevas, que defendamos el puesto que nos
corresponde en una sociedad justa, que conservemos el derecho a soñar
y a construir nuestro propio futuro. Es un desafío, será difícil, será
muy laborioso, pero vale la pena.
Tenemos
una gran tarea, un empeño que sobrepasa las posibilidades de
cualquier gobierno, una responsabilidad a la que nos debemos avocar
todos los trujillanos, porque a todos nos concierne y todos somos
necesarios, y es trabajar en construir las condiciones para que todos
los esfuerzos y todos los sacrificios rindan provecho.
La
primera condición es que todos los trujillanos trabajemos unidos en
un gran esfuerzo solidario. Es importante que desaparezca, y
desaparecerá, todo aquello que pueda enturbiar las aguas de nuestra
convivencia. No pueden haber trujillanos buenos y malos. Los
trujillanos tenemos que ser todos iguales, todos necesarios, todos
dignos de respeto, todos capaces de ayudar en la tarea común. Y nada
sostiene con más firmeza esa tarea que el diálogo, la justicia y la
verdad. Los trujillanos tenemos que trabajar en construir un diálogo
permanente con todos los sectores de la sociedad cuya participación
reclamemos en cada momento. Por supuesto que todo tiene un precio: se
llama esfuerzo, tenacidad y confianza; nuestro esfuerzo, nuestra
tenacidad y nuestra confianza. Por eso, porque lo sabemos, los
trujillanos debemos sacar partido de nosotros mismos, y a fundar
nuestra esperanza en nosotros mismos, y así construir un futuro para
todos nosotros. Sabemos bien que nadie piensa regalarnos nada, que
nadie hará lo que no seamos capaces de hacer por nosotros mismos.
Trujillo será lo que los trujillanos queramos que sea y se situará
en el puesto que con nuestros hechos nosotros trujillanos lo
coloquemos.
Manuel
Rivero
Docente.
Diplomado en Gerencia para el Desarrollo Humano Sustentable.
Consultor
Político. Dirigente Regional de COPEI Trujillo (2010-2011).
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