Con la nueva asamblea nacional, ganó la unidad. Triunfó Venezuela.
Los resultados del pasado 6 de diciembre son una muestra, no solo de que el país está descontento por las calamidades que hoy vive producto fundamentalmente de un modelo económico equivocado, sino es un mensaje claro y contundente para nuestros dirigentes de que el pueblo cree en los cambios por la vía, constitucional, pacífica, democrática.
Las expectativas que tiene la nación con respecto a la nueva constitución del parlamento nacional son muy grandes. Es muy ardua la tarea que hay que emprender de hoy en más para comenzar a encontrar soluciones a los problemas de la gente, para lo cual lo único que recomendamos es apostar por la reconciliación nacional y el dialogo inteligente.
El primer paso debe ser la reconciliación nacional.
Durante los últimos 17 años, el daño más grave que se le hizo al pueblo venezolano fue la división por causas políticas.
Nunca antes en la historia de nuestro país se había desatado desde el propio gobierno nacional, un discurso de exclusión, odio, resentimiento y desconocimiento de lo que hasta hoy se consideraba desde el gobierno como una minoría “escuálida”, “majunche”, y que sufría una segregación en los social, negando el acceso a programas sociales; en lo económico, al serle negada el acceso libre a las divisas para poder producir, ser perseguidos y estar bajo amenaza constante de ser objeto de expropiaciones y confiscaciones; y en lo político a no ser reconocida como una parte importante del país para conformar la directiva del cuerpo legislativo nacional, así como la integración y presidencia de las omisiones y subcomisiones legislativas.
Darle prioridad a la reconciliación nacional significa respetarnos y reconocernos en nuestra diversidad como sociedad y como pueblo.
Desde ya, debe construirse una agenda para el diálogo constructivo e inteligente, que permita una dinámica democrática natural, en base al juego de coincidencias y divergencias, consensos y desacuerdos que solo puede ser resueltos con dialogo, y que este dialogo comience a ser una política en todas las instancias de la vida pública.
Tenemos que negarnos a repetir los procesos traumáticos y desgarradores, que veníamos sufriendo por la división, la confrontación y el odio entre compatriotas, y comenzar a promover una cultura de paz, civilidad y entendimiento, con un gran nivel de conciencia de que solo mediante grandes acuerdos que incluyan a todos los sectores de la nación, podemos construir un país de sueños y metas compartidas, un país de progreso, bienestar, justicia, equidad, democracia, libertad y oportunidades para todos.
Diputados de todos, por todos y para todos, de la unidad nacional, para la unidad nacional.
Nosotros los social cristianos, los demócrata cristianos, tenemos como principio fundamental para el ejercicio del poder público, que nuestros funcionarios, cualquiera sea el cargo que ejerzan, bien sea por nombramiento, o por elección popular, como en el caso de los recientemente electos legisladores nacionales son separados de la disciplina partidista, para que puedan ejercer sus funciones pensando en todos los ciudadanos, sin ningún tipo de parcialidad política. Hoy a mis amigos diputados electos les pido actuar conforme éste principio, para no ser los diputados de la mesa de la unidad, sino ser los diputados de todos, ser los diputados de la unidad nacional, anteponiendo en todo momento a cualquier interés subalterno, las grandes solución de los grandes problemas del país.
Manuel Rivero.
Sec. General COPEI Trujillo
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